A raíz del virus AH1N1 las compañías tomaron medidas para combatir las epidemias.
Sin embargo, en muy pocas se generó una política al respecto para contrarrestar los efectos de una enfermedad.
Hace algunos años, una compañera nos dio una lección faltando tres días a causa de una gripe. ¡Tres días!
Ella había trabajado en la BBC y durante su estancia se enfermó de gripe pero no faltó. Su jefe le llamó la atención y le pidió que no se presentara en los próximos tres días, que llamara al doctor y que siguiera el pie de la letra sus indicaciones hasta que la gripe hubiera fluído y estuviera libre del virus.
Una persona enferma en las instalaciones de la compañía implicaba un peligro traducido en contagios, baja en la productividad de los colaboradores y la reproducción de un virus que, en unos días se hubiera convertido en un serio problema debido al invierno. En otras palabras, para la BBC era más rentable que mi amiga se repusiera de la enfermedad durante tres días en los que no iba a desarrollar ninguna actividad a que contagiara a sus compañeros y el problema se multiplicara.
En México eso es impensable... por eso nos pareció exagerado que faltara ese tiempo. Sin embargo, cuando en la oficina vivimos una epidemia de gripe nos dimos cuenta de la magnitud del problema por lo poco productivo que éramos al estar frente a la computadora tosiendo y sonándonos constantemente.
Hace algunos años, en la Ciudad de México se hizo frente a la epidemia del virus AH1N1 con medidas estrictas para contrarrestarlo. Varias compañías adquirieron una serie de prácticas sumamente efectivas, otras implementaron programas... fueron pocas las que trabajaron en una política al respecto.
Habría que recordar lo vivido para prevenir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario